domingo, 10 de febrero de 2013

Vida con vistas

Desde mi vida se ve el mar
con su imposible betún plateado.
La huella de último creyente
perturbándolo desafiante.

Y se ve la plaza imaginaria
en esta ciudad desplazada.
Y esa fuente marchita
donde un niño orina para siempre.

Se ve como rebotan las golondrinas
en las ventanas del viento.
Se ve el sol que no se pone
y las montañas sin fe, inamovibles,
que estorban el camino de un hombre que ríe
con la mueca del desgraciado.

Se ven, en un tintero,
las ganas de amar del asesino.
Se ve tan claro el tiempo
y sus tabiques de historia:

la muralla flotante
de la utopía y el absurdo.
Se ve allá lejos el suelo
y la mujer que siempre llega.

Se ven los bosques del pintor,
y al niño que mira alto,
y el baile torpe de un hipopótamo
en la mirada del indolente insomne
que está allá,
desde su vida,
viendo como se ve el mar
con su imposible betún plateado.

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