sábado, 2 de marzo de 2013

Riámonos ¡carajo!

¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse,
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse,
que a mí, también, carajo, me da gracia!

— Carilda Oliver Labra


Si te voy a extrañar,
voy a extrañarte bien:
con ganas de reir de tanta gana de volar,
con elegancia matinal
y garbo de señor.
Voy a extrañarte con albur,
como quien aprendió a reirse del dolor,
con cinismo demencial
y eufórico candor.
Te extrañaré así, sin más,
por pura gana de incordiar,
faltándole el respeto a la ciudad
como arquitecto colonial.
Para extrañar con libertad
voy a olvidar la seriedad,
luciendo risas de alquitrán
como payasada terminal.
Extrañarte será un placer,
como un masaje de infiel,
el trago en la copa rota de aquel.
Sí, para extrañarte tengo que rimar,
sentirme diametral, un clásico local,
septentrional, sino boreal,
un constante delirar, una risa sin final,
una burla de matar, una histeria,
una forma insana de burlar...
Pero riámonos ¡carajo!
que no quiero llorar.



Lea también "Cuento", de Carilda Oliver Labra.